martes, 25 de enero de 2011

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El amor que sentían era demasiado fuerte como para dejar que la muerte les separara, morirían juntos, saboreando sus besos por última vez.
- Te quiero. Te quiero desde el primer día en el que te conocí- dijo mientras colocaba un mechón de pelo sobre su oreja.
- Desde siempre y para siempre- contestó ella.
- No llores cariño, un amor verdadero es el que nunca muere.
El cemento caía poco a poco, mientras ellos agarrados de la mano se decían el último adiós con la mirada.

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